viernes, 22 de febrero de 2008

MITO SECOYA

EL NACIMIENTO DEL DIOS ÑAÑE


Basado en Ruth Moya, 1990




Pareja de Secoyas, amazonía ecuatoriana




El Dios Ñañe llegó a una quebrada en forma de una piedra blanca y grande, como huevo.

Desde el interior de aquella piedra salían unos so­nidos que parecían el piar de un pájaro. Aquel huevo fue encontrado por las dos hijas de Hueapau, el hombre más antiguo. Las muchachas tomaron la piedra en forma de huevo y la llevaron hasta su casa. Allí colocaron la piedra blanca en una olla nueva. En un par de días escucharon el llanto de un niño. Allí nació el dios Ñañé.

Durante su juventud Ñañé vivió con la familia que lo adoptó como hijo. A medida que crecía, el semblante del joven era cada vez reluciente y bello.
Solía salir a caminar y se llegaba hasta donde los hombres se encontraban trabajando la tierra, los ayuda­ba y realizaba prodigios: hacía que lo que sembraban creciera inmediatamente. También salía de cacería, po­seía sus armas de caza. Siempre que iba al monte volvía con carne para sus familiares. Todos vivían bien.

Ñañé era amable y constantemente buscaba cómo ayudar a los otros para que no sufrieran. Quería facilitar las cosas para los hombres. Siempre estaba adornado y bello. Observando sus hazañas y el modo en que se veía la gente decía: -"Este no es una persona como nosotros. Es Ñañé. Así decían.




Comunidad Secoya



Cuando ya tuvo más edad pensó en buscar una mujer para que fuera su compañera.

Un día Ñañé estaba pintándose el cabello con achiote y arreglándoselo cuidadosamente cuando alcanzó a ver un gusano hembra. Lo alzó para verlo de cerca y exclamó: -"¡Qué bonita eres gusanita. Si fueras mujer yo podría vivir contigo!" Esa fue su primera mujer y con ella tuvo una hija.

Tuvo una segunda mujer, hecha de brea. El la con­virtió en mujer y la tuvo consigo.

La tercera mujer fue un tizón de candela. Cuando Ñañé alcanzó a oir que el tizón sonaba, chisporroteaba, se dijo así: -"¡Ay! Qué linda candelita tiene este tizón! Si fuera mujer yo ya la hubiera tenido".

La cuarta mujer fue un búho hembra a la qué trans­formó en mujer y la hizo su esposa.

La quinta mujer fue de la familia de los sapos del inframundo. Su suegro poseía las semillas de la palmera del chontaduro.

Las sextas fueron las hijas de Danta. Eran dos bellas hermanas. Ñañé vio que aquel hombre vivía solo con sus dos hijas pues la madre había muerto. Al verlas se enamoró inmediatamente y se casó con ellas. Juntos vivieron algún tiempo.

Como Nañé tenía por esposas a sus dos hijas, Danta le tema animadversión. Las hijas solían acompañar a su esposo a la cacería o a trabajar la tierra. Andaban con­tentas porque veían los prodigios que hacía Ñañé.



Danta



Siendo testigo de todos aquellos sucesos extraordi­narios Danta se puso celoso y se dijo a sí mismo: -"Yo también tengo poder" y así comenzó la enemistad. Tra­taba de matar a Ñañé, el yerno, porque era poderoso.

Un día armó una trampa para Ñañé y el dios cayó en la trampa: Después de lo ocurrido también Ñañé hizo una trampa. En una quebrada colocó unas espinas para que Danta cayera sobre ellas. Esas espinas efecti­vamente lo pincharon y con el pretexto de quitárselas Ñañé aprovechó para convertir las espinas en cascos de danta y fue así como el suegro se convirtió en Danta. Así lo quiso Ñañé.

De este modo continuaba la vida de Ñañé hasta que vino otro hombre. Mujué o Trueno, que se aparecía ante los demás como dios y dijo que era dios. Vino a quitarle sus dos esposas y finalmente logró quitarle la de nombre Rutayo. A ella se la llevó y Ñañé se quedó con una, que era hermana menor, la de nombre Repao.

Ñañé luchaba por tener a sus dos mujeres pero Rutayo no quiso volver a él. También luchaba por las mujeres el otro dios. Mujué.

El dios Ñañé al principio era hermosísimo. Luego, cuando vino el dios Mujué él mismo se afeó el cuerpo con heridas. Mujué por el contrario tenía una hermosa apariencia.

Viendo que Mujué era tan apuesto Rutayo no quiso apartarse de él y abandonó a Ñañé porque su fealdad le parecía repugnante. Repao, su hermana, intentaba di­suadirla de tal decisión y le contó que le había visto a Ñañé quitarse las llagas, colgarlas en un árbol y lucir bello y resplandeciente, con su hermoso semblante de siempre. Le decía que aquellas llagas no eran nada, que se trataba de cosas para tener el alumbrado, para ali­mentar las lámparas.

-"Vas a perder tu vida y nuestro esposo", le dijo Repao a Rutayo"- El que está feo Ñañé va a aparecer con su persona a la fiesta a la que tu marido Mujué está invitando. Ese día, hermana, vas a ver cómo tú marido se va a hacer feo y nunca más volverás con Ñañé.





Músicos Secoyas




Y así seguían las cosas hasta el día de la invitación en la cual empezaron a pelear Ñañé y Mujué. Se desa­fiaron a muerte pero fue Ñañé quien salió victorioso. Partió a Mujué en dos, por eso tenemos el Trueno del este y Trueno del oeste.

Cuando Rutayo vio que su esposo había muerto, enloquecida de dolor y de rabia, empezó a volcar la chicha de su cántaro. Esa chicha derramada creció y creció hasta inundarlo todo y fue entonces cuando co­menzó el terremoto. Rutayo se fue flotando éñ la chi­cha, hizo temblar la tierra y la hundió. Ñañé maldijo a la que fue esposa de Mujué: -"Tú siempre serás Mujer de Terremotos" y así se quedó Rutayo y se fue a vivir debajo la tierra. Ñañé se quedó en un pedacito de tierra que no se hundió. Allí mismo convirtió a su esposa Repao en un peine que se lo colocó en el cabello y así subió al Cielo Superior; donde vive ahora. Allí también vive Repao, quien es la señora que recibe a los muertos.

http://www.babab.com/no05/ramon_piaguaje.htm Pintor Secoya



Danta fue como dios pero se quedó en la tierra para que los hombres pudieran comer. El otro dios, Mujué, el Trueno, fue esposo de Rutayo y murió a manos de Ñañé quien después de las referidas luchas se fue al cielo. Antes de marcharse definitivamente dijo que la tierra estaba llena de malicia, mortandad y problemas y que nunca más volvería a ella.


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