(Basada en el autor Milton Palma)
imagen de legadoscopio.com
Cuenta la leyenda que en Jocay la capital de la Confederación Manteña se rendía culto a la diosa UMIÑA, diosa de "La Salud", se trataba de una Esmeralda de gran tamaño, similar a un huevo de avestruz según el inca Garcilazo de la Vega. Y labrada en figura de cabeza humana bastante tosca porque la dureza de la piedra no permitía mayor pulimento.
En "Los viajes de Pedro Cieza de León A.D 1532-50” publicado por la Hakluyt Society (Londres 1864), contenida en la primera parte de la Crónica de Perú" dice: "En la provincia de Portoviejo (Manabí) el templo de Manta (Jocay) tenia una esmeralda de tamaño enorme y de mucho valor a la que el pueblo prestaba desde tiempos inmemorables gran veneración. En cierta época se la exponía a la mirada de todos y se la adoraba como a una deidad. En tales circunstancias si algún hombre o mujer se hallaba enfermo podía obtener su salud haciendo sacrificios y elevando preseas a dicha esmeralda”.
sillas manteñas (imagen de manta360.com)
"Los indios que se referían a esta tradición afirmaban que el sacerdote conversaba con el “diablo” (visión impuesta por el conquistador) y les hacia a los dolientes promesas mentirosas de darles salud apenas él u otros ministerios tocaren con la piedra la parte enferma” (hoy conocida como cromoterapia). “Por eso de todas partes de la costa y del interior de la provincia, venían a Manta (Jocay) gentes que adolecían de diversas enfermedades a ofrecer dádivas y sacrificios para recuperar la salud.”
"Los primeros españoles que pusieron los pies en estas tierras referían haber hallado en Manta grandes riquezas y que Manta (Jocay) producía más a los comenderos, que a los pueblos vecinos. Los mismos españoles relataban que no obstante la astucia y la amenaza para dar con estas piedras no había sido posible encontrarle y que los nativos no hubieran revelado jamás el lugar donde se hallaba aunque para obtenerlo se hubiese apelado a la última medida de matarlos a todos; tal era la gran veneración por su esmeralda".Las sorprendentes curaciones que se realizaban en el templo de Umiña, durante sus festividades especiales fue la causa para que se juntasen en Jocay grandes cantidades de esmeraldas, ya que el sacerdote había hecho creer que esta ofrenda era la más agradable a la diosa, porque ella era madre y las de menor tamaño eran sus hijas.
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