martes, 24 de febrero de 2009

LEYENDA DE BOLIVAR

Brujo de Telimbela
Por Manuel Espinoza Apolo


Imagen de Leonard Paul

En tierras de lo que hoy es la provincia de Bolívar, un antiguo chamán recibió sus poderes de un demonio, llamado Genio, a cambio de su alma. El demonio le entregó una lanza de chonta que el Brujo introdujo en una laguna de agua verdosa con hedor a azufre y con ella pudo hacer cuanto quería.

En vísperas de su muerte, el Brujo tomó su lanza y la arrojó con tanta fuerza que fue a caer en la cumbre del cerro Tronador. De ahí que en las noches más oscuras, los moradores de dicha zona divisan una sombra que cruza por el cielo mientras los perros aullan y los gallos cantan tristemente.

El Brujo de Telimbela dejó escrita una maldición contra las personas que profanen su tumba o se burlen de las serpientes y demás signos dibujados en su lápida: quienes se atrevan a hacerlo serán fulminados por un rayo.

miércoles, 11 de febrero de 2009

LEYENDA DE QUITO

LA BANQUITA SANTA DE LA FERTILIDAD


En el convento de Santa Catalina de Quito, se encuentra una banquita que algunos la han bautizado como la banca de la fertilidad. Esta banca perteneció a la Madre Catalina, una religiosa favorecida con el don de la profecía y de los milagros, que murió hace 214 años.


Hace más de 30 años, la hermana de una de las monjas del convento, llegó a visitarla y le contó que se iba a separar de su esposo porque después de 10 años de matrimonio no tenían ni un hijo, por simple intuición la religiosa le dijo que se sentara en la banca y que rezara a la madre Catalina. Se dice que la mujer sintió algo especial en ese momento. Todos los días durante un año acudió a sentarse en la banca y rezar, resultó embarazada y llego a tener hasta seis hijos. Este milagro se conoció y fue el inicio de muchos más.



La banca permanece en un descanso de las gradas que conecta al convento con el museo. No tiene espaldar, es de cuero y madera se estima que pertenece al siglo XVIII.
Con frecuencia, la gente golpea las puertas del convento solo para pedir a las madres que les permitan sentarse en la banca. Las solici­tudes llegan de mujeres que quieren concebir pero no han podido. La fe y la perseverancia obran el milagro.


La rutina es sencilla. La mujer debe sentarse en esa banca medio acolcho­nada. Luego viene la oración. El secre­to es decirla por nueve días. El rezo no demora ni un minuto, y se completa con un Padre Nuestro, una Ave María y un Gloria.


La madre Mercedes Quintana, qué lleva 37 años en el convento, ha presenciado varios testimonios de curacio­nes. En una carpeta recoge las cartas que escriben las favorecidas y hasta las fotos de los niños que nacie­ron luego de las novenas.

Basado en un artículo de la revista ¨ Familia ¨ del Comercio 9-03-08