miércoles, 21 de enero de 2009

LEYENDA DE OTAVALO


NINA PACCHA, PRINCESA DEL LAGO
Fuente: otavalovirtual.com

Laguna de Cuicocha (imagen de Flickr)

Cuenta la leyenda que la sequía azotaba a toda la región y, por tanto, había que sacrificar una doncella para calmar las iras del "Taita" Imbabura. Una hermosa indígena llamada Nina Paccha (fuente de Luz) fue la elegida, pero su joven enamorado, Guatalquí, no estaba dispuesto a perderla, por lo que huyeron juntos. El pueblo los siguió y cuando iban a ser alcanzados, el cielo se iluminó y Nina Paccha desapareció.


El volcán padre la había convertido en laguna. Surgió, además, un relámpago que fue directamente donde el joven amante, quién se esfumó y brotó como lechero, para que sea vigilante permanente de su adorada Nina Paccha. Y mientras el pueblo no salía de su asombro, una fuerte lluvia empezó a caer sobre los campos.




Arbol del lechero (imagen de otavalovirtual.com)


Así, la laguna y el lechero, dentro de la teogonía aborigen, se convirtieron en templos rituales, donde se alzaban plegarias por la siembra, la cosecha y la vida misma; también por ello, desde épocas remotas, los indígenas cruzaban a nado el lago como ofrenda sagrada.

sábado, 3 de enero de 2009

LEYENDA SHUAR


NUNKUI, creadora de las plantas

SHUAR (imagen elecuadordehoy.org)




Hace muchos años, cuando los shuar empezaban a poblar las tierras orientales del Ecuador, la selva no existía. En su lugar se extendía una llanura man­chada solamente por escasas hier­bas. Una de éstas era el unkuch, el único alimento de los shuar.
Gracias al unkuch, los shuar pudieron soportar durante mucho tiempo la aridez de la arena y el calor. Pero, un día la hierba desa­pareció. Algunos echaron la culpa a Iwia y a Iwianchi, seres diabólicos que desnudaban la tierra comiéndose todo; pero otros se esforzaron por encontrar el ansiado alimento. Entre estos había una mujer: Nuse. Ella, ven­ciendo sus temores, buscó el unkuch entre los sitios más ocul­tos, pero todo fue inútil. Sin desanimarse, volvió donde sus hijos y, llenándolos de valor, reiniciaron la búsqueda.

Yuca y su planta


Siguiendo el curso del río, cami­naron muchos días; pero el calor de esas tierras les impedía avan­zar más. Inesperadamente, sobre el río aparecieron pequeñas roda­jas de un alimento desconocido: la yuca. Al verlas, Nuse se lanzó hacia el río y las tomó. Apenas probó, sintió que sus ánimos renacían misteriosamente y enseguida corrió a socorrer a sus hijos. De pronto, salió una mujer bella. Nuse, asustada, le preguntó:
-¿Quién es usted?
-Yo soy Nunkui, la dueña y soberana de la vegetación. Sé que tu pueblo vive en una tierra desnuda y triste, en donde apenas crece el unkuch.
-¡El unkuch ya no existe! Era nuestro ali­mento y ha desaparecido. Por favor, señora,¿sabe dónde puedo hallarlo? Sin él, todos los de mi pueblo morirán.
-Nada les ocurrirá, Nuse. Tú has demostrado valentía y por ello te daré, no sólo el unkuch, sino toda clase de alimentos.
En segundos, ante los ojos sor­prendidos de Nuse, aparecieron huertos de ramajes olorosos.
Nunkui continuó: -Te obsequiaré una niña prodigiosa que tiene la virtud de crear el unkuch y la yuca que has comi­do y el plátano y...
-Gracias Nunkui, gracias!


Selva ecuatoriana caricatura de Bogar Chancay obramia.blogspot.com

Nunkui desapareció y en su lugar surgió la niña prometida. La pequeña guió a Nuse entre la espesura. La niña le anunció que allá también, en el territorio de los shuar, la vegetación crecería majestuosa. Cuando llegaron, la niña cumplió su ofrecimiento y la vida de los Shuar cambió por completo. Las plantas se elevaron en los huertos y cubrieron el suelo de esperanzas.