martes, 30 de septiembre de 2008

LEYENDA DE TERROR

PROCESION DE ULTRATUMBA
(MALA LEGION)


Versión: Manuel Espinoza






Imagen:asturiasfoto.com





Es la Mala Legión que marcha al ritmo de la Caja Ronca(http://mama-puma.blogspot.com/2008/09/leyenda-de-terror.html). Este desfile lo encabeza la muerte, a la cual siguen una infinidad de diablitos y almas condenadas.
La procesión de los seres de ultratumba se deja ver a medianoche y a la distancia puede ser confundida con una comitiva religio­sa, porque sus participantes marchan muy ordenados, en dos filas y con sendos cirios encendidos.
La persona trasnochadora y curiosa que se acerca recibe de uno de los participantes una gran vela con el encargo de guardarla hasta un dia determinado. La vela, a la mañana siguiente, se convierte en una canilla humana.
Es la señal de la condenación de la persona que lo ha recibido. Para evitar este fatal destino, se recomienda al afectado acudir a la cita con dos niños en los brazos para que su inocencia ahuyente al espectro diabólico y no logre cumplir su nefasta misión.

LEYENDA DE LATACUNGA

LA MAMA NEGRA

Versión: Enrique Terán

FIESTA RELACIONADA CON EL EQUINOCCIO DE SEPTIEMBRE

http://buhoandino.blogspot.com/2008/09/identidad-ecuatoriana-en-ultramar_22.html


Luego de que se abolió la esclavitud en el pais, en l852, una mujer negra fue a la iglesia para agradecer a la Virgen de las Merce­des. Según varios relatos históricos, ella trabajaba en una de las minas de Sigchos, don­de se extraía oro. Detrás de la mujer estaba otro grupo que también festejó.
El alboroto ocasionó que la Capitanía salga. Lo que ocurrió fue un suceso que se recordó después. Luego se transformó en esta fìesta que tiene más de un siglo de historia. Además, la Virgen es muy milagrosa y los latacungueños tienen mucha fé en la imagen.


Otra versión en http://mama-puma.blogspot.com/2008/04/leyenda-de-latacunga.html

miércoles, 24 de septiembre de 2008

LEYENDA DE TERROR

MARIANGULA

Recopilación de Jorge Renán de la Torre



Foto Cementerio de Palma

María Angula era una niña alegre y vivaracha, hija de un hacendado de Cayambe. Le encantaban los chismes y se divertía llevando cuentos entre sus amigo para enemistarlos. Por esto la llamaban la metepleitos, la lengua larga o la "carishina" chismosa.
Así, María Angula creció 16 años dedicada a fabricar líos con la vida de los vecinos, y nunca se dio tiempo para aprender a organizar la casa y preparar sabrosas comidas. Cuando María Angula se casó, empezaron sus problemas. El primer día Manuel, su marido, le pidió que preparara una sopa de pan con menudencias y María Angula no sabía como hacerla.
Quemándose las manos con la mecha de manteca y sebo, encendió el carbón y puso sobre él la olla sopera con un poco de agua, sal y color, pero hasta ahí llegó: ¡no sabía qué más hacer!
María recordó entonces que en la casa vecina vivía doña Mercedes, una excelente cocinera, y sin pensarlo dos veces corrió hacia ella.
Vecinita, ¿usted sabe preparar la sopa de pan con menudencias?
Claro, doña María. Verá, se arrojan dos panes en una taza de leche, luego se los pone en el caldo, y antes de que éste hierva, se le añaden las menudencias.
¿Así no más se hace?
Sí, vecina.
Ahh, -dijo María Angula-, si así no más se hace la sopa de pan con menudencias, yo también sabía. Y diciendo esto, voló a la cocina para no olvidar la receta.
Al día siguiente, como su esposo le había pedido un locro de "cuchicara", la historia se repitió.
Doña Mercedes, ¿sabe preparar el locro de "cuchicara"?
Sí, vecina.
Y como la vez anterior, apenas su buena amiga le dio todas las indicaciones, María Angula exclamó:
Ah, si así no más se hace el locro de "cuchicara", yo también sabía.Y enseguida corrió a su casa para sazonarlo.
Como esto sucedía todas las mañanas, la señora Mercedes se puso molesta. María Angula siempre salía con el mismo cuento: "Ah, si así no más se hace el seco de chivo, yo también sabía; ah, si así no más se hace el ají de librillo, yo también sabía." Por eso, quiso darle una lección y, al otro día...
Doña Merceditas...
¿Qué se le ofrece, señora María?

Nada, Michita, mi marido desea para la merienda un caldo de tripas con "puzún" y yo...
Umm, eso es refácil, le dijo, y antes de que María Angula la interrumpiese, continuó:
Verá, se va al cementerio llevando un cuchillo afilado. Después espera que llegue el último muerto del día y, sin que nadie la vea, la saca las tripas y el "puzún". En su casa, los lava y luego los cocina con agua, sal y cebollas y, cuando el caldo haya hervido por unos diez minutos, aumenta un poco de maní... y ya está. Es el plato más sabroso.
Ahh, dijo como siempre María Angula- si así no más se hace el caldo de tripas con "punzún", yo también sabía.
Y en un santiamén, estuvo en el cementerio esperando a que llegara el muerto más fresquito. Cuando el panteón quedó solitario, se dirigió sigilosamente hacia la tumba escogida. Quitó la tierra que cubría al ataúd, levantó la tapa y... ¡allí estaba el semblante pavoroso difunto! Quiso huir, más el mismo miedo la detuvo. Temblorosa, tomó el cuchillo y lo clavó una, dos, tres veces sobre el vientre del finado y con desesperación le despojó sus tripas y "punzún". Entonces, corriendo regresó a su casa. Luego de recobrar su calma, preparó esa merienda macabra que, sin saberlo, su marido comió lamiéndose los dedos.
Esa misma noche, entre tanto María Angula y su esposo dormían, en los alrededores se escucharon aullidos lastimeros. María Angula despertó sobresaltada. El viento chirriaba misteriosamente en las ventanas, balanceándolas, mientras afuera, los ruidos fabricaban sus espantos. De pronto, por las escaleras, María Angula oyó el crujir de unos pasos que subían pesadamente hacia su cuarto. Era un caminar trabajoso y retumbante que se detuvo frente a su puerta. Pasó un minuto eterno de silencio, María Angula vio el resplandor fosforescente de un hombre fantasmal. Un grito cavernoso y prolongado la paralizó.
¡María Angula, devuélveme mis tripas y mi puzún que te robaste de mi santa sepultura!

María Angula se incorporó horrorizada y, con el miedo saliéndole por los ojos, contempló como la puerta se abría empujada por esa figura luminosa y descarnada. María Angula se quedó sin voz. Ahí, frente a ella, estaba el difunto que avanzaba mostrándole su mueca rígida y su vientre ahuecado:
¡María Angula, devuélveme mis tripas y mi puzún que te robaste de mi santa sepultura!
Aterrada, para no verlo, se escondió bajo las cobijas, pero en instantes sintió que unas manos frías y huesudas la tomaban por sus piernas y la arrastraban, gritando:
¡María Angula, devuélveme mis tripas y mi puzún que te robaste de mi santa sepultura!
Cuando Manuel despertó, no encontró a su esposa, y aunque la buscó por todas partes, jamás supo de ella.

martes, 16 de septiembre de 2008

LEYENDA DE GUAYAQUIL

Hada de Santana
Versión: Manuel Espinoza Apolo

Ilustración Gabriel y Paola Karolys


En un palacio de jaspe, mármol, plata y oro, en las profundidades del cerro Santana, en Guayaquil, vive el Hada de Santana.
El hada es una princesa, hija del cacique de un pueblo guerrero que vivió en tiempos anteriores a los huancavilcas.
En aquella época y deseando enriquecerse, el cacique conformó un ejército poderoso y despiadado, que en busca de tesoros conquistó y exterminó a muchos pueblos vecinos.
Gracias al saqueo edificó un palacio magnifico en la cúspide del cerro, a cuyo pie, tiempo después, Huayna Cápac mandó construir una calzada, precisa­mente en el lugar en que mas tarde los españoles fundaron la ciudad de Guayaquil.
Un día la hija del cacique enfermó gravemente. Su padre, preocupado, mandó a llamar al mejor chamán o brujo del reino, a quien ofreció abundantes riquezas si la curaba, pero el brujo comprendió que la única manera de lograr que la muchacha sanara, era que el cacique devolviera las riquezas robadas a los pueblos que había conquistado; de lo contrario la princesa moriría.
El brujo obligó al Rey a escoger entre su riqueza y la vida de su hija. El cacique, lleno de avaricia, optó por su tesoro al mismo tiempo que intentó matar al brujo para que acompañara a su hija en la otra vida. Sin em­bargo, el chamán desapareció furioso y se convirtió en humo, al mismo tiempo que maldijo al cacique a vivir con sus pertenencias, palacio e hija en las entrañas del cerro de Santana, hasta que algún individuo pueda romper el hechizo.
Para que se cumpla su maldición, el chamán permite salir de su reclusión a la princesa cada 100 años con la finalidad de persuadir a un hombre para que la escoja, una vez que se le pida elegir entre ella y el tesoro del cacique.


Ilustración Gabriel y Paola Karolys


De está manera, la princesa sale cada siglo en busca de su liberador, vestida con finos trajes de seda, el cabello suelto, luciendo un collar de piedras blancas y una varita de plata coronada por una hermosa piedra roja.
Una leyenda cuenta que en una ocasión, la prin­cesa se le apareció a un arruinado teniente español y lo condujo al interior del cerro para mostrarle las riquezas que guardaba el palacio oculto y pedirle que escoja entre el tesoro o ella. De decidirse por ella, la princesa le prometió al soldado ser su mujer e inseparable compañera, hacerlo feliz y llevarlo a un mundo de dulzura y alegría después de la muerte; sin embargo, el codicioso español prefirió el tesoro.
Ante tal elección el cacique hechizado saltó en furia y decidió castigar la ambición del soldado, dete­niendolo con ellos en su palacio para que sufra la pena de vivir sin estar vivo. En ese momento el español se invocó a Santa Ana y de forma misteriosa fue sacado de dicho lugar y depositado en los exteriores del cerro.
A partir de entonces el cerro se llamó Santana y el soldado mandó a colocar una inmensa cruz en su cúspide corno agradecimiento a la santa.

domingo, 7 de septiembre de 2008

LEYENDA DE TERROR

CAJA RONCA

Manuel Espinoza Apolo

PROCESION CAJA RONCA (Imagen de Nicolás Herrera.com)

La Caja Ronca es un tambor que emite un sonido pausado, ronco y lejano, acompañado por el silbido triste de un flautín. Anuncia el inicio y final de la procesión de almas condenadas y demonios aue recorre los pueblos del norte y centro de la Sierra, pasadas las 11 de la noche y luego de que una jauría de perros aúlla.


Este instrumento es tocado por dos espectros vestidos de rojo, uno de los cuales encabeza el terrorífico cortejo y otro que va al final del mismo.


La Caja Ronca se oye desde una gran distancia para advertir e invitar a los noctámbulos y descarriados a que se recojan y no salgan de sus casas, porque de lo contrario serán escogidos por los espectros de ultratumba para que los acompañen a la otra vida.


Hay quien dice que, ciertas veces, el propio Diablo ha llegado a tocar este instrumento, con el propósito de asustar a la gente y permitir que los ladrones realicen sus fechorías.


Como remedio para alejar y hacer desaparecer el fúnebre sonido y la procesión que lo acompaña, se recomienda pellizcar a un niño de pecho, pero que ya haya sido bautizado.

CHUZALONGO

El niño de los cerros

Manuel Espinoza Apolo



Duende del Campo

Se asemeja a un niño de dos años o más, con una estatura de 80 centímetros, rostro blanco labios gruesos y morados, nariz chata, orejas grandes, ojos verdes pequeños con un punto negro de fuego en el centro, pelo corto, ralo y tieso de color rojizo o rubio y tan largo que le cae hasta el suelo.

El cuerpo está cubierto por escamas de pez y tan sucio que parece de color negro. Tiene los pies variados: los talones adelante y los dedos hacia atrás, y va tapado por un poncho fino de rayas.


Su rasgo más destacado es el cordón umbilical, que lo lleva arrastrando por el suelo, tanto que en ciertas ocasiones se da con él una vuelta al cuello.


Descubre al duende (imagen en aragonesesi.com)

Reside en los bosques de los cerros, en donde convive con los animales silvestres. Cuando escala grandes alturas grita muy fuerte y en seguida desaparece entre la maleza. Por eso, los indígenas lo consideran hijo del cerro, mientras que para los campesinos mestizos, él es exclusivamente un ser maléfico, fruto de los amores prohibidos entre hermanos.

Persigue a mujeres jóvenes, solteras engreídas. Muchos, pensando que es un niño, deciden adoptarlo y protegerlo. Una vez que logra ser abrigado en el regazo de sus madres adoptivas, las hiere mortalmente.